Para ello, que mejor que echar al macuto ropa de correr y zapatillas, planificar los amaneceres corriendo y apuntarme a una carrera.
Pues bien, los comienzos estupendos, los "continuandos", pues algo más flojos, lo que hace que o me pongo las pilas o el objetivo del veinticinco de agosto no vaya a ser posible (pero eso es harina de otro costal).
Comencé saliendo a rodar por las mañanas, una rutita sin sobresaltos a trote cansino de 40', digo comencé por que eso fue el primer día, al día siguiente me había inscrito en una carrerita popular (o eso pensaba yo), de 6k por la playa de Urbanoba (por el paseo pensaba yo), que organizaban por las fiestas de la urbanización.
La primera y la última vez que corro por la playa. Siento ser tajante, pero así es. A las ocho de la mañana preparado en la linea de meta, para tirar 6k por la orilla de la playa, con otros 100 que vienen a ser habituales de los circuitos matutinos (galgos la mayoría de ellos).
Suena el pistoletazo y cuando llevamos un kilómetro, me doy cuenta de que estoy corriendo a 5'15, dejándome llevar por un ansia de no se qué...
Reduzco y paso a ritmo de crucero, pero muy molesto de tobillos, al tener que correr con la inclinación de la orilla (evidentemente por la arena es imposible). Resumiendo un penar y penar, para un tiempo de 40'.
Lo mejor lo cerca de casa que estaba.
Dolorido y desarmado el ejército... huy, no eso es otra cosa, dolorido y bien dolorido, jugué los dos días posteriores al pádel y ahí ha terminado mi periplo deportivo.
A partir del cuarto día, una orgía contínua de comer y beber, cogiendo el lastre perdido.
En fin, ahora que llegue a Toledo otra vez a penar con la comida y a ultimar a ver si llego fino para el día 25.
Nos vemos corriendo o en la bici
P.D. También puede ser la edad, que el pasado nueve de agosto cumplí 42.
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